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jueves, 11 de octubre de 2018

SUR PROFUNDO



Esta noche, de nuevo, nos encontramos en las tierras altas del hemisferio sur de nuestro satélite. El bombardeo de meteoritos a que fue sometido nuestro sistema solar durante los primeros miles de millones de años se hace evidente al no haberse borrado en la Luna por la acción del vulcanismo masivo que originó los mares, las grandes cuencas de impacto que contemplamos más al norte.
Se trata de cráteres no muy grandes, de 100 km de diámetro como máximo.
En la imagen destacan Clairaut (1), Baco (2), Pitiscus (3), Vlacq (4), Rosenberger (5), Mutus (6) y Manzinus (7).
Es interesante reseñar que los grandes mares sólo los encontramos en el lado cercano a la Tierra, en la cara oculta no se observan. Posiblemente esta característica sea una consecuencia de las fuerzas de marea ejercidas por nuestro planeta.
Como todos hemos visto en numerosos documentales, la Luna se formó probablemente como resultado del impacto de un enorme cuerpo del tamaño de Marte, denominado Theia, contra la prototierra. El caso es que la Luna primigenia orbitaba mucho más cerca de nuestro planeta que en la actualidad, por lo que la temperatura de nuestro planeta quizás jugó un papel muy relevante en su formación. Y es que justo tras el impacto que dio a luz a nuestro satélite, la Tierra alcanzó una temperatura superficial de 8000 K, para enfriarse hasta los 2500 K en un periodo de unos mil años. Si la Luna se formó muy cerca de la Tierra, sufrió el acoplamiento de marea desde el primer momento. Es decir, ya entonces mostraba el mismo hemisferio hacia nosotros (aunque sabemos que el eje de la Luna ha variado ligeramente desde entonces).
El proceso de acreción de la Luna fue muy rápido, de entre uno y cien años. El gradiente térmico originado por la radiación emitida por la Tierra incandescente habría influido en los procesos de acreción y posterior formación de la protoatmósfera y la corteza lunar. La Luna, al ser más pequeña, se habría enfriado mucho más rápidamente que nuestro planeta. Por lo tanto, la cara oculta, a salvo del calor terrestre, habría sido capaz de desarrollar una corteza más gruesa que la del lado visible (se cree que el 80% de la corteza lunar se solidificó entre mil y diez mil años después del Gran Impacto, cuando la Tierra aún radiaba profusamente).
Una explicación detallada del proceso la podemos leer en el blog Eureka, de Daniel Marín:

Maksutov Cassegrain 127
Procesado con Registax 6


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